“QUIEN NO SE MUEVE NO SIENTE LAS CADENAS”

Rosa de Luxemburgo.

 

Dijo Rosa Luxemburgo: “quien no se mueve no siente las cadenas” hay voces que nos dicen que el crecimiento económico ha propiciado el asentamiento de un modo de vida esclavo que nos hace pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y sobre todo más bienes consumamos. ¿Acaso no serán esto cadenas, que nos tienen inmovilizadas, y las cuales ya ni sentimos porque no somos capaces de movernos?.

Detrás de ese modo de vida de bienestar que nos dicen nos hace felices y libres, hay tres grandes formulas: Publicidad que nos obligan a comprar aquello que no precisamos, el Crédito que permite que obtengamos el dinero para adquirir aquello que realmente no necesitamos, Caducidad los bienes son producidos de tal manera que dejan de servir y nos obligan a conseguir otros nuevos, cuando realmente su vida se podría alargar.

En medio de este capitalismo que está devorando tanto el Medio Ambiente como a la Humanidad, surge la teoría del decrecimiento que quiere abrir los ojos del mito de la abundancia ilimitada y optar por la simplicidad voluntaria.

No es dificil entender que si vivimos en un planeta con recursos limitados no es lógico que queramos seguir creciendo sin límites, que este mensaje que nos lanzan constantemente sobre el crecimiento no puede ser muy cierto. El capitalismo ha herido profundamente al Planeta y a la humanidad. El crecimiento económico se traduce en agresiones medioambientales irreversibles, está provocando el agotamiento de recursos y de especies animales que no van a estar a disposición de las generaciones venideras. En lo que se refiere a los países ricos su crecimiento económico se vincula en un grado u otro con la expoliación de la riqueza humana y material de los países pobres.

El crecimiento económico quiere hacernos creer que es generador de cohesión social, que se preocupa por el trabajo cuando realmente es destructor de este.

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Las Cadenas y el Dolar

Cualquier contestación al capitalismo en el mundo opulento del siglo XXI ha de ser decrecentista, autogestionada y antipatriarcal. Sino estará haciéndole el juego a ese capitalismo que quiere contestar.

Podemos vivir mejor con menos, el horizonte del decrecimiento no es el de una sociedad triste y sombría sino de incrementar nuestra vida social, estimulando los bienes relacionales en lugar de los bienes materiales, repartir el trabajo, tener más tiempo para aquello que me gusta vivir, generar un ocio creativo, reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras que utilizamos, recuperar la vida local, y en el terreno individual optar por fórmulas de sobriedad y sencillez voluntaria.

Detrás del decrecimiento hay una conciencia clara entorno a la huella ecológica, que remite a la escasez de recursos en un planeta limitado, ¿cómo entonces vivir como si los recursos fueran ilimitados?

Para terminar dos metáforas que nos puede ayudar a ver la cadena que ya ni sentimos:

Estamos en un barco que se mueve a una velocidad de 23 nudos camino de un acantilado con el que vamos a chocar a menos que modifiquemos el rumbo, que hemos hecho desde el protocolo de Kioto, hemos reducido la velocidad a 21 nudos esto significa que si el pronóstico decía que íbamos a tardar 50 días en chocar ahora tardaremos 53, el rumbo no lo hemos modificado.

Recordamos el titanic, ¿por qué murió tanta gente?, porque los botes salvavidas no permitían acoger a tantos pasajeros como se encontraban a bordo. ¿Esto tenía algún remedio?, SÍ, pasaba por desmantelar los camarotes de lujo y utilizar la madera para construir nuevos botes.

Detrás de esto está la huella ecológica, la huella mide la superficie del planeta terrestre como marítima, que necesitamos para mantener las actividades económicas hoy existentes. Todos los estudios de la huella nos dicen que hemos dejado muy a tras las posibilidades reales. Somos los países opulentos los que hemos provocado esto.

Este escrito está realizado con algunas ideas de una conferencia sobre decrecimiento de Carlos Taibo.

Puedes verla aquí abajo.

El decrecimiento como alternativa (Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política)