Cuentos para despertar.

Hola, me llamo Plástico, nací en 1933 en Inglaterra. Me hice realmente significativa a partir de 1965 cuando una empresa sueca hizo de mí una bolsa. Fui famosa por toda Europa desplazando a las bolsas de tela. En 1979 me hice ya con la fama total. Salí al resto del mundo invadiéndolo con mi presencia. 

Conseguí que toda la ciudadanía se olvidara de las bolsas reutilizables. Se comenzó a pedir mi presencia en las grandes superficies, se acomodaron a mí y me volví atractiva, fácil de usar y nadie se planteó como iba invadiendo el planeta. 

Será en 1997 cuando se alza la primera voz alertando de como el plástico comenzaba a invadir los mares. Hay zonas donde gracias a las corrientes me encuentro con otros hermanos y hemos llegado incluso a formar lo que los seres humanos están llamando el Continente de Plástico en el Pacífico Norte. Y ¿sabes? me llaman así porque soy tan  grande como España, Alemania y Francia juntas.

Me encanta viajar, sobre todo ir navegando por el mar. Las tortugas, los delfines, los cachalotes  me confunden con medusas e intentan comerme, pero soy un arma mortífera para ellas y mucho más fuerte.  En 2017, algunos países han empezado a prohibir mi presencia, entre ellos Kenia. Sin embargo, la ciudadanía es muy cómoda y le cuesta cambiar sus costumbres.

Mi padre fue el petróleo, un recurso no renovable, costoso y cada vez más escaso; además, uno de los responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Soy muy costosa para reciclar así que me dejan libre. Navego por mares y ríos, aparezco en montañas, y a día de hoy hasta en los alimentos, como el pescado. Al convertirme en micro plástico entro a través del alimento en el ser Humano. 

Navegando he llegado incluso al Ártico y al  Antártico.  Además al ser humano le gusta acicalarme con imágenes, letras y colores hechos muchas veces de tintas tóxicas. Y ¿sabes lo mejor? que duro entre 150 y 1000 años. Así que cuando tú te vayas, tus hijos, nietos, bisnietos seguirán encontrándome en su comida, en sus viajes y en todas partes.

No somos dueños vivimos de prestado.